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UniRveRso

Foto del escritor: Rocío Hernández RogelRocío Hernández Rogel

Actualizado: 20 sept 2022

Es un gusto nuevamente saludarte por este medio. La vida nos da muchas maneras para vivirla intensamente, pero siempre respetando la vida de las otras y de los otros, entendiendo que todo lo que hacemos tiene un impacto en alguien más y el respeto viene desde casa.


Desde que tengo uso de razón mi papá es #futbolero, pero futbolero de esos de corazón, en sus años juveniles jugaba con varios equipos y me llevaba a verlo jugar. Le va a los Diablos Rojos del #Toluca desde que nació y obviamente su pasión por ese #deporte y ese equipo nos la contagió a mí y a mi hermana.





Nos enseñó a portar los colores e ir a la “Bombonera” a apoyarlos. Era muy raro en ese entonces ver a mujeres o niñas en las tribunas, éramos muy pocas las que asistíamos y por ende nos veían extraño, y qué decirles de jugarlo, las etiquetas o comentarios se hacían presentes (pero esa será otra historia que luego les contaré).

 

"Creo firmemente que somos más los buenos, y no quiero ahondar en los motivos por los cuáles suceden este tipo de actos, pero sí estoy convencida de que cuando comprendemos nuestro pasado, estamos salvando nuestro futuro, porque construimos un presente distinto."

 

Con esto que les platico quiero adentrarme a la temática que hoy quiero compartirles y es la #violencia que desafortunadamente también se vive en los terrenos de juego y en las porras de los equipos. Esto lo resalto porque a principios de este año vivimos una situación muy lamentable entre una porras y otras en el Estadio Corregidora, de verdad un hecho que me entristeció demasiado, que me llenó de coraje y frustración, porque se supone que hay un lema que dice: “el fútbol nos une” y ver una “campal” en un lugar donde niñas, niños, mujeres y hombres, familias enteras van a disfrutar de un grato momento, algunos y algunas hacen un esfuerzo económico extra por comprar un boleto, un pasaje, hacen espacios en sus fines de semana para regalarse un momento de distracción después de una jornada laboral o escolar pesada de la semana y ¿vivir violencia?, sin deberla ni temerla, hubo gente que no volvió a sus hogares, que fue la última vez que vio a su equipo… a su familia. Gente que pasó horas de angustia al no saber nada de sus familiares, hombres y mujeres que pasaron la noche y hasta semanas en los hospitales. Niñas y niños que tuvieron que salir lo más rápido posible, colocándose la camiseta del otro equipo para pasar desapercibidas y desapercibidos y que “no les tocara”.


El espacio deportivo quedó deshecho. Las redes sociales, los medios de comunicación inundaron de información al respecto. Una semana se habló de esto, muchas y muchos nos indignamos, se exigían muchas cosas y a la vez no se veía mucha acción por parte de las autoridades, tanto deportivas como estatales y nacionales… pero en fin, fue un hecho que sólo pasó a la historia con las mínimas medidas y hoy sólo es parte del archivo anecdotario de los sucesos trágicos de nuestro #México.


¡Ayyy! Hasta el café que me estoy tomando se me hizo más amargo, pero aquí vengo a endulzarlo con lo que quiero cerrar mis líneas de hoy.


Creo firmemente que somos más los buenos, y no quiero ahondar en los motivos por los cuáles suceden este tipo de actos, pero sí estoy convencida de que cuando comprendemos nuestro pasado, estamos salvando nuestro futuro, porque construimos un presente distinto. Y al poner las bases que rompen esos esquemas, se construyen nuevas estructuras, en este caso más sólidas y conscientes de la problemática que nos embarga. Claro que podemos transformar el rumbo, y alcanzar una vida sin violencia en cualquier contexto.


La verdad es que muy pocas veces me ha tocado presenciar algún acto violento en un partido al que haya asistido. Recuerdo en esos partidos a los que mi papá nos llevaba que, cuando se calentaban los ánimos, siempre se frenaban gracias a los que eran conscientes de que no había porqué pelear y recuerdo mucho que decían “hay niños en la cancha, qué ejemplo les vamos a dar”, puntualmente. Y sí, los ánimos se elevan, pero si hay conciencia, y reflexión, la #violencia no llega.


Creo que si somos parte de las acciones que suman a erradicar la violencia debemos empezar con actos de congruencia y fomentarla desde nuestros hogares, educando a nuestras hijas e hijos en valores, en respeto y armonía. Fomentando que aunque seamos portadores de otro color de camiseta, se juegue como se juegue, se gane o se pierda, es un JUEGO solamente y es respetar la #individualidad y elecciones de los demás.


Cuando es así, se puede vivir algo como en la foto que les comparto hoy, que tomé este fin de semana en el estadio. Una pequeña que me enterneció demasiado, gritaba y se emocionaba mucho al ver a su equipo, iba con su papá y su abuelito, y detrás de ella todos los rojos salvo el novio de mi hermana que también era Puma, ella volteaba con una sonrisa enorme y nos levantaba su pulgar, sin conocernos las y los que estábamos ahí hicimos un ambiente como si ya la vida nos hubiera presentado, y justamente ese momento me inspiró a escribir hoy para ustedes. En verdad el #fútbol nos une, cuando somos individuos educados en #valores, cuando vibramos en amor y lo podemos compartir sin importar hacia donde ruede el balón.


Gracias por estar. Nos leemos en la próxima. No olvides tu café… y las risas para endulzarlo.

Recuerda construir la frase que esta oculta para ti.


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